domingo, 13 de octubre de 2013

Educar a Fuego Lento

12/10/2013
 Educar es mucho más importante que cocinar un buen plato para una comida.  Estamos trabajando con personas y no con alimentos o materia primer, pero el título viene al caso porque, para cocinar un buen plato se requieren características personales en los cocineros o cocineras que suelen coincidir con los de ser una buena madre, padre o educador.
 Se requiere contar con los ingredientes fundamentales: 
COMUNICACIÓN, AMOR, COMPRENSIÓN, AFECTO Y SINTONÍA CON NUESTRO HIJO O HIJA (esto último a veces cosa difícil por su carácter o por su personalidad)
También requeriremos de un fuego adecuado, un AMBIENTE modulador que nos ayude en ello. 
Y sobre todo adquirir una serie de cualidades como:
TEMPLANZA, PACIENCIA, CONSTANCIA Y COHERENCIA. "el fuego lento y paciente de un buen cocido" "el orden de cocción de los distintos ingredientes de forma adecuada"
 Todo ello nos dará como resultado un BUEN GUISO, o a lo que vamos, UNA BUENA EDUCACIÓN. 
Generalmente, los padres ponemos los ingredientes necesarios: premiamos,  elogiamos, castigamos, no hacemos caso, con lo cual tenemos una oportunidad si el carácter de nuestro hijo ayuda,  de que las cosas salgan lo mejor posible. Otras veces topamos con la personalidad de nuestro hijo, y quizás debamos "poner un poco más de sal, más aceite, especias o bien todo lo contrario". Ahí está el truco del educar. Todos sabemos que ingredientes son necesarios para educar pero no solemos aplicarlos adecuadamente, cuando toca, en la proporción que toca, en su medida justa para que todo "cocinado lentamente y con paciencia" de como resultado unos hijos responsables, con autoestima, orgullosos de sus padres y con un rendimiento académico y social adecuado. 
Como toda ama de casa sabe, a cocinar se aprende, al igual que a  educar Los padres y madres aprendemos de lo que hemos visto que hacían nuestros padres y madres, luego de lo que veíamos en nuestro entorno. Nuestra madre podía ser una buena cocinera o no. El problema es que los tiempos han cambiado: cambios sociales: más tiempo trabajando o fuera de casa, cambios tecnológicos: televisión, DVD, video-consolas, ordenadores e internet, jugar más en casa que en la calle, fijarnos o recibir más información por TV o internet que de las palabras de padres o profesores. ¡Buf! con todo ello nos preguntamos:  
¿Nuestra madre no tendría que cambiar la forma de cocinar? 
Alimentos congelados, microondas, vitrocerámica, recipientes de plástico, servilletas de papel...
 Como probablemente responderán:   SÍ, CLARO
    Entonces, porque nos emperramos en educar como lo hacían nuestros abuelos y padres.  Han cambiado muchas cosas, con lo cual también tenemos que cambiar la forma de educar. APRENDER A EDUCAR MEJOR. 
Afortunadamente, tenemos medios y tecnología de la información que nos puede facilitar la labor: libros, revistas, webs especializadas, cursos de escuelas de padres, profesionales de la educación, psicólogos que pueden ayudarnos en esa tarea. 
Para aprender a cocinar, compraremos libros de recetas, revistas, veremos el programa de Karlos Arguiñano, nos apuntaremos a un cursillo de cocina en la asociación de vecinos. Muy bien, pues quizás sería interesante empezar a dejar la educación, impulsiva, sin pensar, el castigo como único modulador de "buena conducta" y leer  o apuntarnos a una escuela de padres que pueda enseñarnos esas "recetas para educar" que puedan dar como resultados una mejor educación de nuestros hijos e hijas.
 De ahí el objeto de este artículo. Animar a padres y madres a asistir a cursillos, escuelas de padres, ver programas educativos, leer más para hacerlo mejor. Ánimo es una labor ardua pero muy gratificante. ¡Así, que adelante! 
                                                 AUTOR: FERRAN MARTÍNEZ GOMEZ *
Psicólogo Especialista en Psicología Clínica
Director de Capsel Psicología en Castellón

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